Educación positiva de nuestros hijos

Educación positiva de nuestros hijos

Muchos padres me plantean en ocasiones dudas sobre pautas educativas para sus hijos. Algunos están desorientados porque las estrategias “de moda” no les funcionan. Lo más frecuente es que utilicen planteamientos basados en premios y castigos. Si haces esto, premio. Si haces esto otro, castigo. Como si fueran las cláusulas de un contrato o peor aún, como si nuestros hijos fueran animalitos apenas distintos de la rata que corre en el laboratorio para recibir queso o descarga eléctrica.

Tanto es así que en muchas de las frases que usan los padres a diario con sus hijos va incluida la amenaza: “Termina la cena, o no verás la tele”, “Si no llegas a tu hora, no saldrás el próximo fin de semana”…

Las amenazas y los catigos puedan surtir efecto en el corto plazo, por miedo, pero a largo plazo sus consecuencias son negativas.

Desde hace tiempo comprobamos, tanto en jóvenes como en adultos, que la disciplina punitiva, basada en el castigo provoca efectos negativos como resentimiento, deseos de venganza, rebelión y merma de la autoestima. El padre más estricto consigue el hijo más rebelde.

Tratando de evitar el estilo anterior y el autoritarismo se puede caer en el error de seguir otra tendencia que se caracteriza por una excesiva permisividad. En este caso el niño hace lo que quiere y los mayores se lo permiten. Las consecuencias negativas de la ausencia de disciplina también son peligrosas: baja autoestima, poca tolerancia a la frustración, falta de motivación y escasa capacidad de esfuerzo, ausencia de empatía, etcétera.

Pero desde hace un tiempo va cobrando fuerza un nuevo planteamiento pedagógico conocido como Disciplina Positiva.

Los principios básicos de la Disciplina Positiva son:

– Relaciones horizontales: Todas las personas tenemos los mismos derechos. Hablar al mismo nivel, sin superioridad por parte del educador. Se basa en el respeto mutuo y la colaboración. Sin ofender, humillar o gritar.

– Conexión y sentimiento de pertenencia: Hacer sentir al niño que es importante y que forma parte del grupo (familia o escuela). Se les anima a implicarse y se les escucha. Dejar que los niños participen y ayuden les permite también ejercer poder, no solo obedecer. Alimentar el sentido de pertenencia al grupo familiar, la sensación de ser un equipo en el que todos pueden opinar y cuidar unos de otros.

– Educación a largo plazo: Se trabaja con herramientas que buscan la educación a largo plazo, para enseñar habilidades de vida.

– Animar y dar aliento: Utiliza la motivación en lugar de las alabanzas, para animar al niño.

– Amabilidad y firmeza al mismo tiempo: Los límites son muy importantes en la educación y son siempre aplicados con amabilidad y firmeza.

– Visión de los errores como estupendas oportunidades para aprender: No tomar los errores como males a erradicar mediante el castigo.

Es un modelo pedagógico muy interesante que busca que los niños comprendan y compartan el sentido de las normas y que actúen con libertad pero siendo conscientes de que sus actos tienen unas consecuencias lógicas.

Anima a los padres a meterse en el mundo de los hijos, a empatizar con ellos. Preguntarse qué hay detrás de la conducta de los niños.

En síntesis anima a mantener una actitud firme y cariñosa, buscando la implicación y colaboración de los niños más que la mera obediencia. Y por supuesto, a educar con el ejemplo.

Por el momento os planteo el tema pero me parece muy interesante por lo que iremos entrando en más detalles en sucesivos post.

 

Ilustración de Maple&Clover

 

 

By | 2017-12-30T14:13:25+00:00 diciembre 25th, 2017|Categories: Sin categoría|Comentarios desactivados en Educación positiva de nuestros hijos