Preguntas Frecuentes 2017-12-04T18:57:04+00:00

PREGUNTAS FRECUENTES

Lo aconsejable es que la evaluación inicial la realice un psiquiatra.

El psiquiatra es un médico, especialista en Psiquiatría, y su visión incluirá tanto los aspectos médico-biológicos como emocionales.

Si es necesario, prescribirá un tratamiento, que puede ser farmacológico, psicoterápico o ambos.

El tratamiento psicoterápico suele hacerlo el Psicólogo.

En ocasiones, el paciente puede tener claro que su problema requerirá psicoterapia y en esos casos puede solicitar la atención del Psicólogo directamente.

Pero es importante destacar que es un error considerar al Psicólogo como “el bueno” y al Psiquiatra como “el malo” o el de los “casos graves”. Tanto Psiquiatra como Psicólogo buscarán la salud y el bienestar del paciente en igual medida.

Cuando uno reconoce poseer un malestar emocional o conductual que no puede resolver por sí mismo y admite la necesidad de orientación para encontrar soluciones. Es decir, cuando se está mal y se necesita cambiar.

La psicoterapia es el proceso mediante el cual el paciente va a alcanzar los cambios que necesita.

En las primeras sesiones se identifica y delimita el problema y sus causas.

El recabar información sobre sus causas se centra en buscar la comprensión por parte del paciente de todos los factores que influyen en su problema. Tiene una finalidad eminentemente práctica: entender para saber qué, por qué y cómo cambiar.

La siguiente fase consiste en la búsqueda activa de soluciones. Se ofrecen alternativas más eficaces para conseguir una mejor adaptación.

El apoyo y la relación estrecha entre el terapeuta y el paciente es aquí de vital importancia. Una buena alianza de trabajo entre ambos y una actitud de cooperación recíproca son las bases de la buena evolución del proceso.

Alcanzados los cambios iniciales, se hace necesario reforzarlos, ampliarlos y mantenerlos.

Se deben poner de manifiesto los propios recursos y capacidades del paciente para hacer frente a sus dificultades, de manera que pueda alcanzar estabilidad con independencia ya de la ayuda terapéutica.

Todo este proceso debe fluir con naturalidad. Se dice que el buen terapueta debe saber todas las técnicas pero debe habérselas olvidado. Debe guiar el proceso activamente pero sin adoctrinamiento teórico, ni tecnicismos, ni estrategias rígidas o artificiales.

Las psicoterapias no pueden ser eternas. Intentamos conseguir la mejoría lo más pronto posible ya que de lo contrario se corre el riesgo de cronificar el problema y/o que se vayan sumando complicaciones secundarias.

La psicoterapia “breve” se centra en conseguir una serie de objetivos concretos intentando conseguir el máximo de beneficio para el paciente con la menor intervención posible; fomentando en todo momento su autonomía y la no dependencia del terapeuta.

La duración de un tratamiento depende de múltiples factores y es difícil prever su duración exacta. A veces serán unas pocas sesiones, unos meses o un año. Está claro que si el paciente está motivado se avanza a gran velocidad.

En ocasiones, si es necesario, terminada la psicoterapia y alcanzados los objetivos previstos, pueden establecerse controles espaciados (2, 3 o 6 meses) para reforzar y ampliar los resultados.

Somos conscientes de que muchas veces no es fácil decidirse a consultar. Por ello, nos ocupamos de que el paciente se sienta cómodo y relajado.

Un trato cercano y distendido suelen generar gran alivio y predisponen mejor al trabajo conjunto.

En la primera visita es importante hablar con claridad, tanto del problema como de las perspectivas de recuperación y dar al paciente toda la información que necesite.

En la primera sesión, cuando se establecen los objetivos terapéuticos, se acuerda con el paciente la periodicidad.

Al comienzo de la psicoterapia es importante que la frecuencia sea semanal para establecer un vínculo de confianza que fortalecezca la alianza de trabajo con el paciente y ayude a generar con rapidez los cambios acordados.

Una vez alcanzados éstos, las sesiones se van espaciando, siendo quincenales, mensuales o controles bimensuales. Hay que dar tiempo a que el paciente experimente y ponga en práctica los nuevos patrones de comportamiento.

En la terapia de pareja las sesiones suelen ser por lo general más espaciadas para permitir que los cambios se pongan de manifiesto durante la convivencia.

No siempre, en absoluto.

La medicación se prescribe, como todos los demás especialistas, sólo cuando es necesaria. Y es necesaria en aquellos cuadros que por su gravedad o por su marcado componente biológico está demostrada su alta efectividad.

No prescribir tratamiento farmacológico en muchos casos puede contribuir a cronificar o agravar un problema porque el paciente se encuentra demasiado afectado como para ver la salida e ir hacia ella, perdiéndose un tiempo valioso que a veces llegan a ser años.

Cuando los objetivos acordados inicialmente se han conseguido y el paciente funciona de forma autónoma, sin necesidad de tratamiento ninguno (ni psicoterápico ni farmacológico).

El trabajo en psicoterapia es un trabajo “artesano”. Requiere conocimientos, tiempo y dedicación. La modificación de patrones de pensamiento y conducta hace necesarios esfuerzo y persistencia tanto por parte del terapeuta como del paciente.

El trabajo terapéutico con cada paciente es exclusivo y no puede hacerse “en serie”, sin embargo, una psicoterapia focalizada resulta muchísimo más económica que otras dada su duración acotada, el papel activo del terapeuta que agiliza la consecución de objetivos y la eficacia de la técnica.